Los años dorados del cine
Soñé que ocurría y todo era distinto.
El mundo amaneció en blanco y negro,
de botines y trajes blancos
de solapa ancha y pañuelo negro en el bolsillo.
Tu eras Rita Hayworth,
la dama de shangai,
y yo era Orson Welles,
el tercer hombre.
No hacíamos nada.
Simplemente nos sentábamos y mirábamos,
intentando pasar desapercibidos entre tanto mito.
Y en el estudio se nos acercaba Sinatra,
y le decía,
"¡Hey Frank!, ayer te vi un poco flojo en el club,
¡cuídate esa voz!"
y él me miraba,
con la sonrisa torcida y el sombrero ligeramente ladeado,
"¡Hey Orson, no me jodas la resaca!"
El mundo amaneció en blanco y negro,
de botines y trajes blancos
de solapa ancha y pañuelo negro en el bolsillo.
Tu eras Rita Hayworth,
la dama de shangai,
y yo era Orson Welles,
el tercer hombre.
No hacíamos nada.
Simplemente nos sentábamos y mirábamos,
intentando pasar desapercibidos entre tanto mito.
Y en el estudio se nos acercaba Sinatra,
y le decía,
"¡Hey Frank!, ayer te vi un poco flojo en el club,
¡cuídate esa voz!"
y él me miraba,
con la sonrisa torcida y el sombrero ligeramente ladeado,
"¡Hey Orson, no me jodas la resaca!"
4 comentarios
HabsentaH -
Menos mal que poco a poco te voy enseñando películas buenas.
Gracias por el comentario.
nacho -
habsentah -
Es que, cuando veo al Norris este, no me queda más remedio que mirar atrás y buscar otras cosas más interesantes.
Más allá de la línea de puntos -
Sigue escribiendo y deja de perder el tiempo.